Cüneyt Arkin, la mayor estrella del cine turco, dirige y protagoniza una película de la que quizá alguien podría describir la trama. Pero sería una persona con poderes mentales especiales. Sólo sabemos que hay un ejército de ninjas por un lado y un aguerrido policía experto en kárate y sus compañeros por otro intentando detenerlos. El resto es una sucesión de escenas en las que el tiempo y el espacio van a lo suyo. Un no poder creer lo que se está viendo que incluso incluye escenas en las que los efectos de sonido están tomados prestados íntegramente de películas americanas. Eso sí: el filme nunca para ni da respiro a la acción. Un gozo para el espectador curtido en el cine más bizarro.